Una reciente investigación publicada en Neurology, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, revela que el volumen del cerebro de los individuos que presentan niveles más altos en sangre de cortisol, la sustancia producida por la glándula suprarrenal que se conoce como hormona del estrés, es más reducido.
¿Y qué consecuencias tiene esto? A priori, hace que tengan más dificultades para memorizar y recordar, aunque la doctora Sudha Seshadri, profesora de neurología en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio y autora del estudio, aclara que de ello no se puede deducir, al menos por el momento, que tener más estrés implique necesariamente que se reduzca el tamaño y la funcionalidad de nuestro encéfalo:
«Los niveles más altos de cortisol parecen predecir la función, el tamaño y el rendimiento cerebral en las pruebas cognitivas, pero por ahora solo podemos decir que existe una conexión pero no que haya una relación de causalidad entre ambos hechos».
Esta no es la primera vez que los científicos relacionan la ansiedad y el estrés con los cambios cerebrales, pero hasta ahora la mayoría de los estudios se centraban en personas ancianas. Sin embargo, esta investigación tiene como objetivo evaluar la asociación del cortisol matutino con el rendimiento cognitivo y la estructura del cerebro en adultos jóvenes y de mediana edad que no presentan signos de demencia u otras manifestaciones de deterioro cognitivo derivado de la edad, revelan medios especializados.
«Hemos visto en la investigación que había pérdida de memoria y contracción cerebral en personas de mediana edad antes de que los síntomas empezaran a mostrarse, por lo que es importante buscar formas para reducir el estrés, como dormir las horas suficientes, hacer ejercicio moderado, incorporar técnicas de relajación en la vida cotidiana o controlar en el médico los niveles de cortisol y tomar un medicamento reductor en caso de que sea necesario», recomienda otro de los autores del estudio, Justin B. Echouffo-Tcheugui, de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, en Massachusetts.
El cortisol es una hormona que ayuda al organismo a controlar la ansiedad, reducir los procesos inflamatorios, mejorar el funcionamiento del sistema inmune, metabolizar las proteínas, grasas y carbohidratos, y mantener los niveles de azúcar en la sangre y la presión arterial constantes. Los niveles de cortisol en el torrente sanguíneo varían a lo largo del día porque están relacionados con la actividad que desarrollemos. Suelen ser más altos durante la mañana –entre 5 y 23 mcg/dL– y descienden a lo largo del día, hasta situarse entre 3 y 16 mcg/dL.
Según Echouffo-Tcheugui, «el cortisol afecta a muchas funciones diferentes, por lo que es importante investigar a fondo cómo pueden afectar al cerebro los niveles elevados de esta hormona».
El método del estudio
Para llevar a cabo su estudio, los investigadores liderados por Seshadri y Echouffo-Tcheugui, estudiaron el cerebro de 2.231 personas aparentemente sanas con una edad media de 48 años. Sacaron esta muestra de individuos del Framingham Heart Study, un estudio exhaustivo sobre la salud de una comunidad de Massachusetts desde 1948 y que se ha llevado a cabo con tres generaciones.
Los participantes se sometieron a distintas pruebas psicológicas para valorar sus habilidades memorísticas y de razonamiento, además de a análisis de sangre y escáneres cerebrales. Ocho años después, tuvieron que pasar algunas pruebas similares y fueron divididos en tres grupos según sus niveles bajos, medios o altos de cortisol en sangre.
Después de considerar otros parámetros como la edad, el sexo, el índice de masa corporal o si eran o no fumadores, los autores vieron que las personas con los niveles más altos de cortisol tendían a recordar peor y a tener problemas para mantener la atención, y sus cerebros también presentaban volúmenes más reducidos, sobre todo las mujeres.
Sin embargo, McEwen y Seshadri advierten que no hay que llegar a la conclusión precipitada de que el estrés es el culpable de todo, pues los resultados del estudio solo muestran una asociación, no una causa, y que hacen falta más investigaciones para determinar si realmente existe esa relación de causalidad entre los altos niveles de cortisol y la demencia. En todo caso, recomiendan que, mientras tanto, la gente considere introducir cambios en su estilo de vida para combatir el estrés.