Sospechoso de bombas era “soldado” de la supremacía blanca

Sospechoso de bombas era soldado de la supremacía blanca

Cesar Sayoc se consideraba un “soldado” de la supremacía blanca y la intolerancia, y su furgoneta era su manifiesto móvil.

Las calcomanía que le puso al vehículo blanco mostraban al expresidente Barack Obama, uno de los objetivos de los paquetes-bomba que se alega envió, con una careta de mono. Otras eran de demócratas destacados con blancos de tiro superpuestos sobre el rostro, reseña un artículo de El Nuevo Herald.

Dentro de la furgoneta, Sayoc tenía varias muñecas Barbie sin cabeza, botellas de licor, frascos de vitaminas y ropa.

Su antigua jefa en una pizzería de Fort Lauderdale dijo que Sayoc, quien trabajaba allí haciendo entregas durante el turno de la noche, se burlaba abiertamente de ella por su sexualidad y proclamaba amor por Adolfo Hitler y las limpiezas étnicas.

“Cuando él se enteró que yo era lesbiana el segundo día, me dijo que iba a arder en el infierno y que era una cosa rara, que Dios cometió un error conmigo y que me debía ir a una isla con Hillary Clinton y Rachel Maddow y Ellen Degeneres y el presidente Barack Obama y todos los mal adaptados del mundo”, dijo Debra Gureghian, gerente general de New River Pizza & Fresh Kitchen, donde Sayoc trabajó de enero del 2017 a enero del 2018.

Sospechoso de bombas era soldado de la supremacía blanca

Gureghian dijo que no despidió a Sayoc por sus opiniones racistas e intolerantes, agregando que Sayoc parecía tener una especie de doble personalidad. Era a la vez un empleado “fiable” que le decía que era una persona insignificante, pero que seguía sus órdenes al pie de la letra.

“Mi madre me decía siempre que fuera amable con las personas, porque a lo mejor hay gente que está enferma, que sufre, quizás a él le sucedió algo. Eso es lo que yo me decía una y otra vez”, dijo la mujer. “Hubo días en que me iba a la parte trasera del restaurante y lloraba”.

Debra Gureghian, la jefa de Cesar Sayoc en una pizzería de Fort Lauderdale, dice que Sayoc era a la vez un empleado capaz y un ‘soldado’ de la supremacía blanca.
Sayoc solía llevar un “hermoso” cuchillo de caza, pero nunca peleó con los otros empleados y no parecía ser una amenaza, dijo Gureghian.

Pero si las cosas fueran como él quería, Estados Unidos tenía que borrar del mapa a los hispanos, a los negros y a los gays.

“Los hispanos no hablan inglés, tenemos que acabar con ellos”, decía Sayoc. “Y tenemos que acabar con los negros, que lo único que hacen es robar, y los gays y las lesbianas no tienen hijos, hay que acabar con ellos”.

“Siempre estaba con esas cosas”, dijo Gureghian. “Aunque nunca pasó de ahí. Nunca pensé que me fuera a hacer daño”, agregó.

Pero las calcomanías en el vehículo de Sayoc significaban que no lo podía dejar trabajar de dia, contó Gureghian. El hombre trabajaba entre tres y cinco días a la semana de 5 p.m. a la medianoche.

“En el vehículo había ropa —sucia y limpia— restos de hamburguesas y tacos y botellas de licor y frascos de vitaminas”, dijo la mujer.

Una noche particularmente tormentosa, Sayoc llevó a Gureghian a la casa de ella. Ahí fue cuando pudo ver bien lo que había en la furgoneta que todos en la zona conocían.

“La única forma en que podía ver lo que había adentro era a través del parabrisas”, dijo. “Todo lo demás estaba oscurecido —no tenía ventanillas— y yo quería asegurarme de tener una vía de escape, porque en cualquier momento podían cambiar las cosas”.

“Sayoc dejó el empleo en enero del 2018 para manejar un camión”, dijo Gureghian.

“Era un tipo solitario, le gustaba ese estilo de vida, quizás manejar solo”, agregó.

Gureghian explicó que le parecía que su antiguo empleado era un tipo listo y elocuente, aunque se asombró mucho al enterarse por las noticias que era el principal sospechoso en los casos de los paquetes-bomba.

“No puedo creer que haya hecho eso”, dijo la mujer. “Me resulta increíble. Están diciendo que tenía una discapacidad, pero este hombre es muy elocuente, cuando hablábamos se notaba que sabía mucho”.

“Era muy fiable, ningún cliente se quejó nunca de él”, dijo ella. “Yo no lo podía despedir, no soy la dueña. Otras personas me han amenazado y tuvo que despedirlos. Pero sí era una amenaza a mi estado emocional, era tóxico. Pero no lo consideraba una amenaza a mi vida”.

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