Un milagro. Así describen la historia de la mujer estadounidense que protagoniza esta historia. Lila DeLine conducía el pasado mes de agosto cerca de casa en Cedar Springs (Míchigan, EE.UU.) cuando un accidente le produjo una decapitación interna.

Columna vertebral y cráneo se le desgajaron en el siniestro. Por suerte, su esposo Ben se encontraba cerca. Él le sostuvo la cabeza y cuello todo el tiempo hasta que llegaron los médicos. Probablemente ello le salvó la vida.

El cirujano Charles Gibson comparó la fractura de la médula espinal con la que le habría supuesto la guillotina. El médico aseguró que la mayoría de personas no sobrevive a este tipo de lesiones y que “solo el hecho de que ella llegara aquí [al hospital] es un milagro”.

Gibson recordó que al inicio DeLine “no podía moverse” ni hablar. “Era incapaz de hacer nada. Ni siquiera respiraba por sí misma”, relató, pero después de tratamiento en dos centros médicos ahora puede hablar, caminar, cocinar y ocuparse de la educación en casa de sus hijos.

“Es una de las cosas más notables que he visto. Estaba completamente desconcertado”, admitió Gibson. DeLine todavía visita el hospital dos veces por semana para recibir terapia física.

El conductor fue condenado por violación de tráfico causante de deterioro grave de una función corporal, según las autoridades policiales locales.