El Códice Maya de México, antes conocido como Grolier, es auténtico. Esto significa que es el manuscrito prehispánico legible más antiguo de América, tal y como aseguró el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un simposio esta semana acerca de ese objeto.
El antropólogo Diego Prieto, director general del INAH, fue el encargado de hacer el anuncio.
Informó que el código tiene una antigüedad aproximada de 1021 a 1154 años, según los estudios elaborados sobre él. Además, «debió tener una vida útil de aproximadamente 104 años», indicó la nota de prensa de INAH, posterior al evento.
El códice se compone de 10 pliegos que miden, de media, 12,5 centímetros de largo. Además, se cree que perteneció a un conjunto de, al menos, 20 pliegos. Todos los pliegos están soportados por tres capas de corteza de papel amate, según el INAH.
Los especialistas identificaron en él la presencia de colores como el negro y el rojo, el azul maya y pigmentos basados en grana cochinilla, «además de restos de gotas de una resina de chapopote con la que se rociaba a los objetos de carácter ritual en el pasado», matizó la nota de prensa.
Las dudas sobre la autenticidad del códice tenían dos razones de ser, según explicó Prieto: el objeto fue localizado en un saqueo, por lo que los investigadores carecían de registros arqueológicos sobre su contexto original, y su estilo es diferente al de otros códices mayas conocidos.
Este último punto fue explicado por el estudio de Josefina Bautista, antropóloga física del INAH.
Ella concluyó que los rasgos de las figuras humanas presentes en el códice pertenecen al estilo maya-tolteca del Posclásico Temprano, y que es por ello que no se parecen al naturalismo maya del Clásico Tardío que se observa en otros códices.
El estudio para comprobar la autenticidad del códice estuvo liderado por Baltazar Brito Guadarrama, de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), y por Sofía Martínez del Campo, del Centro Nacional de Microscopía Electrónica del INAH. Esta última indicó que se llevaron a cabo diversos estudios «privilegiando en todo momento la conservación».
Los resultados, indicó Brito, fueron comprobados ante órganos internacionales. La autenticidad del objeto tiene entre sus consecuencias que el objeto debe ser nombrado Códice Maya de México y que «debe reconocerse como bien arqueológico y permanecer en resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, cuya colección de códices cuenta con el nombramiento de Memoria del Mundo, otorgado por la Unesco en 1997», señaló la nota.