Un proyecto para mejorar la accesibilidad de las personas ciegas y con disminución visual en la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina) diseñó señales táctiles en material cerámico, que ahora serán colocadas en el Centro de Información y Comunicación (Cicunc) del centro de altos estudios, donde tiene sede el Servac (Servicios Accesibles), la oficina de la Biblioteca Central que atiende las necesidades de la población universitaria con estas discapacidades.
La importancia comunicativa de estas señales táctiles, conocidas como mapas hápticos, es que son capaces de brindar a los ciegos una imagen realista de su entorno. Además, transmiten informaciones más concisas que cualquier descripción oral, al expresar relaciones y acontecimientos con más eficacia que los modelos y objetos que constituyen el material táctil básico.
“Para el diseño de mapas hápticos, es necesario tener en cuenta que la percepción de información mediante el tacto es más lenta que la que se efectúa a través de la visión; como consecuencia, posee un carácter más secuencial. La vista examina los objetos simultáneamente más que por etapas. La agudeza táctil, o el poder de resolución de la piel, es menor que la agudeza visual”, explican en la presentación del proyecto Liliana Sammarco y Virginia Navarro, docentes e investigadoras de la facultad de Artes y Diseño, a cargo de este novedoso desarrollo.
“El desafío –amplía Navarro- era generar señales táctiles en material cerámico. Habitualmente se hacen en metal, que tiene sus desventajas: se calientan con el sol y pueden producir pérdida de la sensibilidad en la yema de los dedos. También se trabaja en acetato, que tiene una vida útil muy corta, aunque es fácil de punzar para el caracter Braille”.
Así, las investigadoras lograron desarrollar las señales en cerámica para ámbitos de interior. “Las pastas cerámicas reúnen una serie de propiedades muy adecuadas, como gran plasticidad y diversidad de sistemas de producción. Además, presentan una gran durabilidad en el tiempo, resistencia al desgaste; suavidad de superficie, variedad cromática y control de brillo”, completa Sammarco.
Por ahora es un sistema artesanal, ya que no están en condiciones de producirlo seriadamente. Se construye a partir de una lámina de alto impacto de PVC con la que se arma la matriz que luego será reproducida en materiales cerámicos.
Una imagen háptica es una herramienta de comunicación que, mediante una representación espacial de planos y texturas, brinda información relevante de espacios edilicios o urbanos. Para su construcción, deben tenerse en cuenta ciertas propiedades como el tamaño, la orientación, la escala, la variación en altura y la textura.
“La persona tiene que poder recorrerla con una o dos manos porque, si es muy grande, no lo puede abarcar, y si tiene demasiada información, no la puede retener”, explica Navarro. Es decir, es clave su simplicidad, no solo por su importancia comunicativa que exige que todo elemento innecesario deba ser eliminado, sino también en el aspecto procesual propio de la tecnología cerámica.
“Otra de las particularidades de los mapas hápticos es que son únicos, se hacen a partir del espacio en que se van a colocar. O sea, primero se hace un relevamiento arquitectónico del lugar: cuáles son las barreras arquitectónicas que hay y cuáles son las soluciones q se van planteando”, completa la especialista.
La imagen que se forma la persona ciega (o con resto visual) es construida con la información que proporciona el mapa. Para ello tiene que usar mucha memoria cuando lo va recorriendo. “Entonces no podemos colocar exceso de información porque, si no, se confunde. Esto lo tuvimos que aprender, porque somos videntes y nuestra percepción es simultánea, y no secuencial como en el caso de los ciegos. Antes de llegar a este mapa, hubo muchas matrices previas que se fueron validando con los mismos ciegos que asisten al Servac, es decir, con la comunidad usuaria”, dice Sammarco.
Además de los mapas, las investigadoras desarrollaron otro tipo de señalética en cerámica, la que lleva un marco metálico de aluminio que permite ir intercambiando los carteles por si se modifica la estructura edilicia del lugar, “algo que en las oficinas públicas suele ocurrir”, reconocen las dos expertas.
También desarrollaron un “kit de adaptación” de circulación, botones cerámicos que se pegan al suelo existente y le avisan al ciego. Se llaman señales podotáctiles y están basadas en un lenguaje común, el sistema que indica peligro o advertencia. “Se ponen en un color fuerte, generalmente el amarillo. Son de alta resistencia al desgaste, de porcelana, y se adhieren con un pegamento especial. Y, a su vez, desarrollamos señales de bandas que indican desplazamiento, avance, para colocar en la pared a modo de guarda. Permite seguirla para avanzar. Es una adaptación nuestra usando los criterios ya existentes en lenguaje para ciegos”, explica Navarro.
En resumen, el aporte de las investigadoras ha sido el de poder sentar las bases de un sistema de información adecuado para personas con discapacidades visuales, el cual puede ser producido en material cerámico. “Ahora sabemos qué es lo que hay que informar, cómo y dónde se coloca. Y en qué material”, sintetiza Sammarco.
En el equipo también trabajaron, además de especialistas en discapacidad visual, una cartógrafa para ciegos, una diseñadora y alumnos avanzados de la carrera de Cerámica. El proyecto ha sido premiado en el JONICER (Jornadas Nacionales de Investigadores en Cerámica), por la novedad de utilizar la cerámica en este tipo de señales.