Un fósil de Propotto leakeyi, extraña criatura hallada en Kenia, ha hecho reconsiderar a los científicos la evolución temprana de los lémures, que en la actualidad son endémicos de Madagascar.
Los hallazgos podrían reescribir la historia de cuándo y cómo llegaron estos primates a esa isla africana.
El trabajo, que publica la revista Nature Communications y reproducen otros sitios digitales especializados, reexamina los restos fosilizados de Propotto y apunta que no era un murciélago frugívoro, como se pensaba, sino un pariente antiguo del aye-aye, el primate nocturno con dientes que constituye una de las primeras ramas del árbol genealógico del lémur.
La reevaluación desafía la opinión tradicional de que las 100 especies de lémures actuales descienden de antepasados que llegaron a Madagascar en una sola ola hace más de 60 millones de años, convirtiéndose en los primeros mamíferos que colonizaron la isla.
En cambio, el estudio respalda la idea de que dos linajes de lémures se dividieron en el territorio continental de África antes de llegar a la isla de Madagascar.
Un linaje eventualmente desembocó en el aye-aye, y el otro en todos los demás lémures. En el continente africano ya no existe ninguno de estos grupos. Sus antepasados colonizaron Madagascar independientemente y millones de años más tarde de lo que se creía.
«Una implicación es que los lémures han tenido una historia evolutiva mucho menos extensa en Madagascar de lo que se pensaba anteriormente», apunta Erik Seiffert, profesor de Anatomía en la Universidad del Sur de California y coautor del estudio.
La nueva investigación estudio propone que los antepasados de los aye-ayes se separaron del resto del árbol genealógico del lémur hace aproximadamente 40 millones de años, mientras todavía estaban en el continente africano, y los dos linajes resultantes no se separaron en su camino hacia Madagascar hasta más tarde.
Los hallazgos sugieren que llegaron al mismo tiempo que otros mamíferos, como los roedores, las mangostas malgaches y los animales con aspecto de erizo y musaraña llamados tenrecs. Las ranas, las serpientes y los lagartos pudieron haberse trasladado al mismo tiempo.
Los lémures no pueden nadar, por lo que algunos científicos plantean la hipótesis de que las criaturas de pequeño cuerpo cruzaron el canal de 250 millas de ancho que se extiende entre el territorio continental de África y Madagascar, después de ser arrastrados al mar por alguna tormenta, aferrándose a ramas de árboles o esteras de vegetación flotantes, antes de pisar tierra.
Pero si la llegada fue más reciente, habrían tenido que recorrer una distancia más corta, gracias a los niveles más bajos del mar, ya que la capa de hielo antártica era por entonces mucho más grande.
«Es posible que los lémures no estuvieran en Madagascar hasta el Mioceno», hace tan solo 23 millones de años, indicó uno de los expertos.
De cualquier manera, «los fósiles nos dicen algo que nunca podríamos haber adivinado a partir de la evidencia del ADN sobre la historia de los lémures en Madagascar», concluyen los especialistas.